¿CUANDO EMPIEZA LA VIDA?.
INTRODUCCION.
Por èl Dr: Tommy Mitchell.
¿Cuándo empieza la vida humana? Esta cuestión ha confundido a individuos y ha dividido a la sociedad. Las opiniones han venido de todos lados, desde los defensores de la vida hasta los que favorecen el aborto a petición propia, desde físicos y abogados, hasta el púlpito y el tribunal.
¿Cuándo empecé a ser yo? ¿Es cuestión científica o teológica?1 ¿Sería mejor dejarla a los científicos o a los predicadores y filósofos? En este capítulo examinaremos información y puntos de vista de fuentes científicas seculares y de teólogos, pero ninguna respuesta definitiva puede tener autoridad a menos que se base plenamente en la Palabra de Dios. La Biblia, porque es verdad, no estará en desacuerdo con la ciencia genuina. Más aún, la Biblia es la única base válida y consistente para formar juicios morales, ya que proviene del Creador de toda la tierra y de todos sus habitantes. Cualquier otra base de juicio se trata de opiniones inútiles del hombre.
¿Cuál es más humano?
La vida es un continuo. Desde crecer en el vientre hasta nacer, desde jugar como niño hasta hacerse mayor, cada etapa de la vida parece integrarse armoniosamente (o no tanto, en mi caso) con la siguiente. La vida progresa, el tiempo pasa, y la muerte nos alcanza. Irónicamente, es la muerte, como punto final, que resulta más fácil de definir que el momento en que se inicia este continuo de la vida humana.
¿Cuándo comienza la vida? Si es, de verdad, un proceso continuo, ¿no sería posible trabajar hacia atrás hasta llegar a su principio? Hay gran diversidad de opiniones acerca del comienzo de la vida. Muchos dicen que empieza en el momento de la fecundación. Otros argumentan firmemente que la vida no comienza hasta la implantación del huevo fecundado en el útero. Aún otros mantienen que la vida humana empieza cuando se corta el cordón umbilical, haciendo del recién nacido un organismo independiente. ¿Cómo se distingue entre la realidad y la opinión?
Quizás otra manera de plantear la pregunta sería, ¿Cuándo nos convertimos en seres humanos? Definitivamente se le considera un ser humano tanto a un pequeño sentado en el regazo de su abuelo, como a un adulto mayor. ¿Pero, es acaso más humano el mayor que el pequeño? Claro que no. Ninguna persona razonable le consideraría menos humano al pequeño. Pero, ¿en qué momento se convirtió en ser humano este niño? ¿En la fecundación?, ¿en algún momento determinado de su desarrollo?, ¿al nacer?
El proceso
El primer paso en el camino del desarrollo humano es la fecundación. Un total de veintitrés cromosomas de la madre y veintitrés cromosomas del padre se fusionan en el momento de la fecundación; y en ese instante se determina la conformación genética de un nuevo individuo único que empieza a existir y que conocemos como el cigoto. Pero, ¿es ser humano el cigoto?
A partir de ese momento el cigoto empieza a dividirse una y otra vez. Algunas células se convierten en la placenta y son esenciales para la implantación. Otras células se transforman en las partes anatómicas del bebé.2 El número de células se incrementa rápidamente, y su designación cambia con el aumento y crecimiento de las células. Cuando llega al útero esta bola de células que se están multiplicando rápidamente, se llama un blastocito (blastómero). La implantación en la pared uterina normalmente ocurre alrededor de seis días después de la fecundación.3
Por razones aún desconocidas a la ciencia médica, la masa de células algunas veces se escinde para producir gemelos idénticos. Llamamos idénticos a estos gemelos porque la separación forma dos grupos idénticos de cromosomas. Según la etapa de desarrollo en la que ocurre esta división, es posible que los gemelos compartan porciones de la misma placenta; pero los gemelos que se forman son dos individuos distintos. Si la división ocurre entre los días 13 y 15, los gemelos realmente compartirán partes del mismo cuerpo—una condición conocida como gemelos unidos, llamados comúnmente gemelos siameses. (Al llegar a ese momento, el desarrollo y la diferenciación del cigoto han avanzado tanto que ya no es posible una separación exitosa.)
Aunque cada etapa de desarrollo lleva su propio nombre arbitrario, y se pueden observar ciertos hitos de desarrollo, el proceso puesto en marcha al momento de la fecundación es una cadena continua de eventos en la que los grupos de células se multiplican y se convierten en partes específicas del cuerpo. Lo hacen con una precisión impresionante, y con un margen de error notablemente pequeño, si se toma en cuenta la complejidad de los cambios que deben ocurrir. Sin embargo, durante este proceso no hay ningún punto científico en el que el individuo en desarrollo se convierta claramente en una “persona”, así como un bebé no se hace cada vez más un ser humano al caminar, hablar, o destetarse. Aunque representan hitos del desarrollo, los términos cigoto, blastocito, embrión y feto sólo describen la anatomía; no son obstáculos que hay que superar en la prueba de humanidad. Desde un punto de vista científico, son términos arbitrarios y meramente descriptivos.
¿Puede ayudar la ciencia?
Los científicos han estudiado este maravilloso proceso durante décadas, y los cambios que se observan en la forma del embrión a través de cada etapa han sido bien documentados; sin embargo, se sigue planteando la cuestión, ¿en qué momento comienza la vida humana? Vamos a considerar a continuación algunas de las numerosas perspectivas sobre este tema.
El punto de vista genético
El punto de vista más sencillo se basa en la genética, y considera intercambiables los términos fecundación y concepción. Se argumenta que si un individuo genéticamente único es creado en el momento de la fecundación (y lo es), entonces la fecundación representa el comienzo de la vida humana. Es innegable que el cigoto que se forma en la fecundación es distinto a todos los demás, y sabemos que si sobrevive llegará a ser una persona con su propio conjunto único de genes. Teniendo en cuenta todo esto, este punto de vista mantiene que la vida comienza en el momento de la concepción.
Se usa a veces el fenómeno de los gemelos para argumentar en contra de esta posición, porque hasta el día 14 existe la posibilidad de que el cigoto se escinda para producir gemelos. Los que se oponen al punto de vista genético dicen que en el cigoto no hay singularidad, ni humanidad, ni personeidad (es decir, calidad de persona, o en inglés, personhood), hasta que ya no exista la posibilidad de gemelos. Plantean la cuestión de que si el cigoto se hace una “persona” en el momento de la fecundación, entonces, ¿cuál sería la naturaleza de esa personeidad si el cigoto se escinde para formar dos individuos?
Otra objeción a este punto de vista señala que muchos huevos fecundados nunca logran a implantarse. Se estima que entre un 20% y un 50% de los huevos fecundados mueren o se abortan espontáneamente.4 Los que mantienen esta objeción utilizan la gran cantidad de cigotos que nunca se desarrollan por completo como evidencia de que no son seres humanos de verdad.
Sin embargo, ninguna de estas objeciones se puede defender fácilmente. En cuanto a la lógica, la objeción con respecto a los gemelos se queda corta al tener en cuenta la existencia de los así llamados gemelos siameses. En tales casos, el cigoto no se escinde por completo y los niños nacen unidos. Hasta pueden compartir ciertos órganos. No obstante, ambos gemelos tienen personalidades distintas y son individuos distintos. Así que no es posible decir que la personeidad es algo que ocurra después de se escinda el cigoto porque en el caso de los gemelos siameses la división no se completa.
La segunda objeción, la alta tasa de pérdida de cigotos, tampoco es lógica. Lo de abortos espontáneos no significa que los que se perdieron no fueran completamente humanos, así como tampoco significa que el niño que desarrolla alguna enfermedad mortal deje, por eso, de ser un ser humano.
El punto de vista de la implantación
Un punto de vista cada vez más popular en estos días gira alrededor de la implantación del blastocito (blastómero) en el revestimiento uterino. Este proceso de implantación empieza el día seis después de la fecundación y puede llegar hasta el día nueve. Hoy en día algunos sugieren que al cigoto no se le puede considerar un ser humano hasta que llegue a este punto. Sin embargo, el implantarse no hace más humano al individuo, sino que aumenta la probabilidad de que sobreviva.
Resulta interesante notar que la popularidad de este punto de vista ha llevado a ciertos cambios en la definición de la concepción que algunos mantienen. Hasta hace poco, la concepción era sinónimo de la fecundación. De hecho, la 26ª edición del Diccionario médico de Stedman, la definió como “el acto de concebir, o de embarazarse; fecundación del oocito (óvulo) por un espermatozoide para formar un cigoto viable.”5 En otras palabras, la concepción se definió como el momento de la fecundación.
Sin embargo, algo interesante ocurrió en los cinco años trascurridos entre la 26ª y la 27ª edición del Diccionario médico de Stedman. En la 27ª la nueva definición de la concepción es: “El acto de concebir; la implantación del blastocito (blastómero) en el endometrio.”6 Note aquí que el nuevo punto definitorio de la concepción ya no es la fecundación sino la implantación. La comunidad científica arbitrariamente, y sin justificación científica alguna, ha redefinido el momento en que comienza la vida.
Según la definición revisada no se considera vivo un cigoto de menos de 9 días que aún no ha logrado implantarse. Si no está vivo, seguramente no puede ser una persona.
Aunque esta nueva definición arbitraria no representa ningún cambio en el entendimiento fundamental del proceso de desarrollo, sí tiene grandes implicaciones en los ámbitos políticos, éticos y morales. Las tomas de decisiones personales y gubernamentales en asuntos como la investigación de células madre embrionarias, la clonación, y la llamada “píldora del día siguiente” dependen directamente de la validez de esta definición. Si los blastocitos (blastómeros) preimplantados realmente no están vivos, pueden ser recolectados o destruidos inocentemente antes de llegar a los 6 a 9 días de edad, porque la “concepción” ya no habrá sucedido.
El punto de vista embriológico
El punto de vista embriológico (Embrión puede referirse al bebé en desarrollo 2 o 3 semanas después de la fecundación o, más libremente, a todas las etapas desde cigoto a feto.) sostiene que la vida humana empieza de 12 a 14 días después de la fecundación, o sea, después de la posibilidad de que puedan ocurrir gemelos idénticos. Insiste en que el embrión no puede poseer ni individualidad ni humanidad hasta después de aquel punto de desarrollo. Desde este punto de vista el cigoto en su primera etapa no es ser humano, ni posee calidad de persona, es decir, no tiene personeidad (en inglés, personhood). Como se ha dicho anteriormente, esta línea de razonamiento falla por los defectos del argumento de los gemelos. Es innegable que los gemelos unidos (siameses) son personas distintas; el hecho de que comparten partes del mismo cuerpo no les quita su humanidad.
El punto de vista neurológico
En este punto de vista, la vida humana comienza cuando el cerebro del feto ha madurado lo suficiente para generar un patrón reconocible en un electroencefalograma (EEG). En otras palabras, propone que la humanidad se logra cuando el cerebro del feto haya desarrollado las vías neurales apropiadas.7 Esto sucede cerca de las 26 semanas después de la fecundación. Al alcanzar este nivel de maduración, se supone que el feto es capaz de actividad cerebral coherente con la de un ser humano.
Otros tienen una idea distinta de la madurez neurológica y proponen que la vida humana comienza cerca de las 20 semanas de gestación, cuando se forma el tálamo, una estructura cerebral localizada al centro del cerebro. El tálamo está involucrado en procesar información antes de que llegue a la corteza cerebral; y es también parte de un sistema complejo de conexiones neurales que desempeñan un papel en la consciencia.
Estas distinciones son arbitrarias. El cerebro en desarrollo muestra actividad eléctrica antes de las 26 semanas. Podría argumentarse fácilmente que cualquier actividad cerebral constituiría la humanidad.
El punto de vista ecológico
Los defensores del punto de vista ecológico sostienen que el feto es un ser humano cuando alcanza un nivel de maduración en el que puede existir fuera del vientre materno.8 Es decir, un feto es un ser humano si puede vivir separado de su madre. Aquí el factor limitante no es comúnmente el desarrollo neurológico, sino el grado de madurez de los pulmones.
Este punto de vista de la humanidad plantea un problema muy interesante. El problema es que a lo largo del siglo pasado, nos hemos estado convirtiendo en seres humanos cada vez más temprano. Ahora el factor limitante no se trata de la etapa de desarrollo del feto, sino más bien el estado actual de la tecnología médica. Por ejemplo, hace unos 20 años la edad de viabilidad de un feto nacido prematuramente era de 28 semanas; hoy día, es alrededor de 24 semanas. Así que, según este punto de vista, el hombre mismo es capaz de ser el árbitro de cuándo empieza la vida humana ¡sólo por sus avances tecnológicos!
El punto de vista del nacimiento
Algunos sostienen la posición de que la vida humana comienza sólo con el nacimiento del bebé. Según este punto de vista, el bebé se convierte en ser humano al momento en que se corta el cordón umbilical y empiezan a funcionar adecuadamente sus pulmones, su sistema circulatorio, etc.
El defecto de este razonamiento es que aún después de nacer el niño no es del todo independiente de su madre. Privado del cuidado de otra persona, el bebé moriría al poco tiempo después del nacimiento. Esta supuesta “independencia” es un concepto muy arbitrario.
Otros puntos de vista
Existen otros puntos de vista sobre cuándo empieza la vida humana. Algunos sugieren que el feto es humano cuando la madre puede sentirlo moverse en el vientre. Otros dicen que la humanidad empieza cuando el niño hace la primera respiración por sí solo. Francis Crick, uno de los codescubridores de la estructura del ADN, dice que al niño no se le debe declarar un ser humano hasta tres días después de nacer.9
Obviamente, hay diferencias significativas de opinión entre los miembros de la comunidad científica sobre cuándo comienza la vida. No existe entre ellos ningún consenso claro. Entonces, ¿la ciencia realmente nos puede ayudar a contestar esta pregunta?
Tal vez la ciencia, por su propia naturaleza, no sea capaz de tratar directamente con este problema. El doctor Scott Gilbert, profesor de biología en Swarthmore College, dice: “Si uno no cree en el ‘alma’, entonces no hay que creer en la existencia de algún momento en el que el feto la reciba. Los momentos de fecundación, gastrulación (Una etapa del desarrollo embrionario, que ocurre después de la formación de la blástula, esto es, que sigue a la de segmentación o clivaje, y tiene como consecuencia la formación de las capas fundamentales del embrión), neurulación (Proceso inicial de desarrollo del sistema nervioso, desde la formación de la placa neural hasta el cierre del canal neural), y nacimiento, son hitos en la adquisición gradual de lo que es ser un ser humano. Se puede tener alguna creencia en particular de cuándo el embrión se convierte en ser humano, pero es difícil justificar esa creencia basándola solamente en la ciencia.”10
Si no es por medio de la ciencia, ¿entonces qué?
Si la ciencia no nos puede dar la respuesta, ¿hay algún otro lugar al que podamos ir? Como cristianos, debemos ir a la Biblia, la Palabra de Dios, para ver si hay solución a este dilema.
DESARROLLO.
Salmo 139:13-16
Tal vez la porción más citada de la Biblia sobre este tema es el Salmo 139:13-16.
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
14) Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado,
y mi alma lo sabe muy bien.
15) No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado,
y entretejido en lo más profundo de la tierra.
16) Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.
Aquí leemos que Dios conocía al salmista aún antes de que fuera formado, mientras estaba siendo formado “en oculto”, en un lugar invisible al ojo humano. El uso de los pronombres personales en estos versículos indican que una persona sí estaba presente antes de nacer. R.C. Sproul dice que “La Escritura supone la continuidad de la vida desde antes del momento del nacimiento hasta después del nacimiento. El mismo lenguaje y los mismos pronombres personales se usan de igual manera para ambas fases.”11
Jeremías 1:4–5 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:
5) antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué,
te di por profeta a las naciones.
Aquí Dios le dice a Jeremías que fue apartado para servir al Señor antes de que naciera. Indica que Jeremías existía como persona antes de su nacimiento. También indica que Dios lo consideraba una persona antes de que fuera formado. Según Sproul, “Aún entre aquellos que no están de acuerdo de que la vida empiece antes del nacimiento se acepta que existe continuidad entre un niño concebido y un niño que ha nacido. Cada niño tiene un pasado antes del nacimiento. El problema es este: ¿Es personal o impersonal ese pasado? ¿Tiene el niño calidad de persona (o personeidad) al nacer o antes de nacer?”12
Salmo 51:5
Este versículo se usa a menudo para apoyar la idea de que la vida humana comienza en el momento de la fecundación. Dice,
He aquí, en maldad he sido formado,
y en pecado me concibió mi madre.
La interpretación de este pasaje que se oye con más frecuencia es que el autor, David, entiende que era pecador incluso en el momento de su concepción. Si no fuera una persona, no habría tenido una naturaleza humana pecadora en aquel momento. Una masa de células prehumanas no puede tener ninguna base para la moralidad. Solo la “humanización” ocurrida al momento de la fecundación permitiría que David poseyera una naturaleza pecaminosa en ese tiempo.
La vida antes del nacimiento
Las Escrituras revelan que hay personeidad antes del nacimiento. El carácter personal de las referencias en la Biblia muestran cómo Dios ve al niño no nacido. Otro texto que se usa a menudo para demostrar la humanidad del feto se encuentra en el primer capítulo de Lucas.
En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. (Lucas 1:39–44)
Leemos en este pasaje de un encuentro entre María, la madre de Jesús, y su prima Elisabet, la madre de Juan el Bautista. Aquí Elisabet se refiere a la vida que llevaba dentro de sí como “la criatura”. Según la Palabra inspirada de Dios, Elisabet le cuenta a María que Juan “saltó” en el vientre ante la presencia de Jesús. Hay los que dirían que, siendo un evento milagroso, no representa evidencia de la personeidad del niño aún no nacido. No obstante, la Palabra de Dios describe a este niño nonato como capaz de mostrar alegría en la presencia de su Salvador.
¿Son de menos valor los no nacidos?
Se ha propuesto que Éxodo 21 sugiere que Dios mismo da menos valor a la vida del niño no nacido que la vida de un adulto.
Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, (Éxodo 21:22–24)
Este versículo enseña lo que debían hacer en el caso de una pelea entre dos hombres en la que queda herida por accidente una mujer embarazada. El pasaje hace destacar dos circunstancias. En la primera, la mujer da a luz prematuramente pero “sin haber muerte”. La interpretación común aquí es que la mujer pierde al niño debido a un nacimiento prematuro, pero que la mujer no sufre una herida grave. En este caso, la pena es algún tipo de pago para compensar la pérdida del niño.
La segunda circunstancia es “si hubiere muerte”. Aquí la interpretación común es que la mujer ha dado a luz prematuramente, y que ha resultado en la muerte de ambos el niño y la mujer. Aquí la pena es vida por vida. Se argumenta que este pasaje indica que la vida del nonato vale menos que la de un adulto, porque en el primer caso, ante la muerte del niño prematuro el castigo consiste en alguna forma de multa. En el segundo caso, tras la muerte de ambos la madre y el niño prematuro, el castigo es la muerte; por ende, no es necesario creer que el nonato haya llegado a ser plenamente humano antes del nacimiento.
Sin embargo, al examinar la cuestión más de cerca, es posible pensar que esta interpretación no sea válida. Puede que el “herir” que se indica en estos versículos se refiera al niño y no a la madre. En la primera circunstancia, la madre herida da a luz prematuramente y ningún “daño” se le hace al bebé. En otras palabras, el niño prematuro sobrevive. Así que, se le impone al culpable una multa por haber causado un nacimiento prematuro y por el daño potencial involucrado. En la segunda situación, hay un nacimiento prematuro y el “daño” que sigue es la muerte del bebé. Aquí la pena es vida por vida. Así que la Biblia no sostiene que la vida de un nonato es de menor valor que la vida de un adulto.
John Frame, en el libro La Ética Médica (Medical Ethics), dice que, “No hay nada en la Escritura que sugiera en lo más mínimo que el niño nonato sea menos que un ser humano desde el momento de la concepción”13 (énfasis de él). Aquí, la concepción se entiende como el momento de fecundación.
Así que, ¿en dónde estamos?
Una examinación puramente científica del desarrollo humano desde el momento de la fecundación hasta el nacimiento no provee ningún método experimental que pueda medir la humanidad. Las etapas de maduración han sido descritas y catalogadas. Los procesos y químicos y los cambios en tamaño y forma han sido analizados. La actividad eléctrica ha sido monitoreada. Sin embargo, a pesar de un conocimiento tan amplio, no hay consenso entre los científicos de dónde a lo largo de esta maravillosa cadena de eventos un embrión (o cigoto, o feto, o bebé—términos que se usan según la preferencia del individuo—) se convierte en ser humano.
La ciencia, sin embargo, ha revelado el continuo complejo del desarrollo desde la fecundación, hasta la maduración y el nacimiento del niño. Cada etapa se integra sin interrupción a la siguiente con cambios embriológicos innumerables y detallados, seguidos por el crecimiento de órganos y un desarrollo finamente calibrado y coreografiado con precisión. Cuanto más aprendemos de este proceso, tanto más lo encontramos complejo y sorprendente.
La vida empieza en la fecundación
Aunque la ciencia nos ha mostrado la continuidad maravillosa del desarrollo de la vida a través de todas sus etapas, la ciencia no ha sido capaz de definir el comienzo de la humanidad. Sin embargo, hay abundante información en la Escritura para determinar la respuesta a este problema.
La Biblia contiene numerosas referencias a los nonatos.14 Cada vez que la Biblia habla de ellos, hace referencia a una persona real, un ser humano vivo y existente. Todos estos pasajes, tomados en contexto, indican que Dios los considera personas. El lenguaje de las Escrituras describe a los no nacidos siempre en términos personales.
La Escritura trata a estas personas aún no nacidas como personas reales; por consiguiente, ninguna otra conclusión bíblica, o científica, es posible. No podemos hacer menos que afirmar que la vida human empieza en la fecundación. Éste es el único momento lógico a lo largo del maravilloso continuo de la vida en el que podemos decir definitivamente que la persona se hace un ser humano.
¿Cuáles son las implicaciones de esta conclusión? ¿Por qué es tan importante? Dicho sencillamente, el estado del cigoto, o embrión, o feto afecta muchos aspectos de nuestra sociedad. La cuestión más obvia es la del aborto. Si el cigoto es vida humana, entonces el aborto es asesinato. Esto también tiene su impacto en el debate sobre las células madre embrionarias. Si el embrión es humano, el destruirlo es asesinato; no importa el motivo, sea altruista o no. La ética de la clonación también requiere un examen cuidadoso de lo que es la calidad de persona y el momento en que comienza la vida humana. El rechazo o aceptación personal del uso de la controvertida pastilla del día siguiente se basa en la determinación de cuándo empieza la vida humana.15
Puede que no haya respuestas sencillas a estos problemas complejos, pero si se los examina objetivamente a la luz de la Palabra de Dios, sin prejuicios y sin segundas intenciones, la verdad de Dios revelará las respuestas correctas. La ciencia nos puede dar un mejor entendimiento del mundo que Dios ha creado; y podemos tener la confianza de que lo que vemos en el mundo de Dios estará de acuerdo con la verdad que leemos en su Palabra. Es preciso abandonar juegos de palabras y agendas personales cuando se trata de la vida humana. La Escritura no nos da escapatorias o cláusulas de escape para evitar el principio de que Dios creó a la humanidad a su propia imagen, y que la diseñó para reproducirse según su género. No debemos perder de vista que envió a Jesucristo al mundo como ser humano para morir por todos nosotros, y demostrar de la manera más completa el amor inmensurable de nuestro Creador por cada vida humana.
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