LA DISCRIMINACION EN LA IGLESIA.
En pleno siglo XXI Aún persiste la discriminación en nuestras iglesias por un motivo o por otro, en su mayoría en las iglesias grandes, pensamos creemos y sabemos que en los templos pequeños este mal tambièn existe. La mayoría de nosotros, los hispanos, hemos experimentado la discriminación de una forma u otra de parte de personas racistas, quizá fue el color de la piel, posiblemente por el acento o por las labores humildes que realizan nuestros hermanos creyentes y no, con toda seguridad tambièn porque todo latino sea su procedencia cuando llega a los EE.UU. Habla poco o nada de ingles, nos dan miradas extrañas, nos hablan de mala gana y nos tratan de ignorantes y analfabetas, muchas veces los ignorantes son ellos porque muchos de nuestros hermanos y semejantes hablan perfectamente el castellano ademas de otros idiomas fuera de tener estudios superiores, Estos son sólo algunos ejemplos de ciertas manifestaciones de la discriminación que existe en las iglesias y templos en los Estados Unidos.
DESARROLLO.
Juan: 4.7,8. Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
Es de suponer que los creyentes evangèlicos, nos debemos de amar, respetar y ayudar en lo espiritual, en lo material y en todo orden, sin importar nuestra raza, nuestro lenguaje, nuestro vestir, nuestro trabajo y las circunstancias que estemos atravesando se supone que los creyentes nos debemos de amar sin prejuicios de racismo y discriminación. Como es sabido la discriminación y el racismo es del mundo pues no conocen del Evangelio de Salvación. Pero esto de la discriminación no solo es en la Unión Americana, sino tambièn en los países Sudamericanos.
El Santo Espíritu hablando con perfecto, gran y puro Amor, nos dice. Hijitos amados, ámense los uno a los otros, los creyentes redimidos con la Sangre del Santo Cordero de Dios, ámense sobre las pruebas, las caídas, las tentaciones, los conflictos, los terremotos y Tsunamis que se levantan contra ustedes y contra cada uno de ustedes y no pierdan el amor, la fraternidad y el gozo en sus vidas, porque Dios es Amor y el Amor proviene de El y lo da sin medida porque ha sido derramado en sus corazones y todos los que aman a sus hermanos y semejantes es nacido de nuevo y es nueva criatura, porque Dios es Amor.
8) El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Cuando en el templo se pregunta. ¿Cuantos aman a Dios? todos o casi todos responden. Amen. Pero sera verdad está afirmación, ¿no habrá sombras y oscuridad en nuestros corazones con las cuales díscriminamos de una forma o otra a nuestros hermanos y sin palabras les decimos a nuestros amados hermanos váyanse y no regresen más. No amar no significa que no amemos a unos y a otros rechacemos y discriminemos o que amemos a unos y a otros no. Las Santas Escrituras nos dicen. Que el que no ama sea hombre o mujer a sus hermanos, es simple, firme y eterna la respuesta. No ha conocido a Dios porque Dios es Amor y si existe amor en la vida de aquel creyente todo lo demás no existe para la Gloría de Dios.
I Juan 4.20,21. 20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
El Santo Espíritu de Dios, hablando por la boca del apóstol Pablo, nos dice. Si alguno de vosotros que sois o que decís que sois creyentes, Dicen: Yo amo a Dios, o nosotros amamos a Dios y nos congregamos y vamos a los cultos de la iglesía noche a noche, damos nuestras ofrendas y pagamos nuestros diezmos y estamos en comunión con nuestro Buen Dios y aborrece o aborrecen a sus hermanos en la fe a quienes conocen, ven y hablan, el tal o aquellos son mentirosos he hipócritas, ¿porque? los desprecian, los discriminan, los ofenden, los humillan y los hunden en el descrèdito hablando mal de ellos y destruyen su buen testimonio; o cómo es posible que digan amar a Dios a quien no han visto.
21) Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
Sigue hablando el apóstol Pablo bajo la dirección del Santo Espíritu de Dios: Y la iglesía, los santos en El Señor Jesucristo, recibimos este mandamiento, este mandato, está ley y precepto del Señor Jesucristo, nuestro Salvador, el que ama a Dios, el que dice conocer a Dios, ame tambièn a su hermano, proteja, cuide y ayude a su amado en la fe.
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