LOS DOCE PROFETAS MENORES.
INTRODUCCIÓN
En nuestra siguiente Parashat estaremos recordando a los Profetas Menores del A.T. Los cuales son. Amós, Abdias, Jonas, Joel, Oseas, Miqueas, Sofonias, Nahum, Habacuc, Ageo, Zacarias y Malaquias, una serie de doce profetas menores contemporáneos de Isaías, anuncian la invasión asiria, como llamada de atención de Jehová Dios de los Ejèrcitos, para que se restauren los reinos de Juda y de Israel a la comunión y amistad con Dios, Nahum y Habacuc viven los años del final del dominio asirio y la ascensión del imperio babilónico, lo que debe llevar a una restauración nacional y a una reforma religiosa. Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías y Joel proclaman la euforia nacionalista, la restauración de las instituciones y la reconstrucción del templo tras el destierro babilónico. Por último, el libro de Jonás, cuyo autor es rebelde ante el llamado de Jehová Dios de los Ejèrcitos y hace todo lo contrario a los dictamenes y ordenanzas de Dios.
DESARROLLO.
I Ambiente histórico del siglo VIII (Amós, Oseas y Miqueas): período de prosperidad y riqueza en el Reino de Israel. Sin embargo, las riquezas se encuentran en manos de unos pocos, hay abusos e injusticias sociales.
II Ambiente histórico del siglo VII (Sofonías, Nahúm, Habacuc): Los asirios, egipcios y caldeos luchaban por tener la hegemonía del medio Oriente. Palestina caía en manos del primero que invadiese. El mal gobierno de los reyes de Judea atrajo sobre la nación la derrota, que se hizo definitiva con el asedio de Jerusalén en el año 587 a.C. y la deportación del Pueblo de Dios a Babilonia.
III Ambiente histórico del siglo VI al siglo III: (Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías, Joel, Jonás, Baruc). Después del imperio de Babilonia, vino el imperio persa, que sujetó a Babilonia y ensanchó su imperio, durante dos siglos. Ciro es el primero de sus jefes. Fue Ciro el que permitió a la cautivos de Babilonia volver a su patria. A Ciro le sucedió su hijo Cambises, tirano cruel, caprichoso y enfermo que se ganó el odio del pueblo y fue asesinado. Le sucedió Darío, que puso paz en todo el imperio. Durante el imperio de los persas, el Pueblo de Dios vuelve a su patria y se estabiliza en Palestina, ocupándose especialmente en la reconstrucción del templo y en la restauración de la fe de los padres, predicada por Esdras y Nehemías. Esta tarea fue facilitada por la política religiosa de los Persas, muy liberal y respetuosa de las creencias de los varios pueblos dominados.
CONOCIENDO A LOS PROFETAS MENORES.
Los libros proféticos son una serie de doce libros, que narran la lucha por la fidelidad a Dios por parte de un pueblo que una y otra vez es sorprendido en el pecado, en la iniquidad, la rebeldia y el fracaso. Los profetas se convierten así en los grandes incitadores del pueblo de Dios, los que mantienen la fidelidad a la Alianza, los oráculos de la esperanza y del porvenir en, del futuro. Son hombres, varones inspirados que se adelantan a su tiempo, a sus padres y ancestros y van viviendo una relación de intimidad, de amistad con El Dios Viviente y Unico.
EXPLICACIÓN DE LA SERIE DE PROFETAS.
Oseas: es el profeta engañado por su esposa, a la que, a pesar de su infidelidad, no dejó de amar. Su vocación divina está vinculada con su triste experiencia matrimonial, descubriendo en ello un significado profético y simbólico. Hombre muy sensible, que nos recuerda a Jeremías. Es sumamente delicado y sensible al amor conyugal, al cariño hacia los hijos y compasivo con los animales. Un hombre con vasta cultura histórica y religiosa. Habla con soltura y conoce bien el campo, del que toma sus imágenes poéticas para enseñanzas. Escribe con gran emoción, bajo la intensidad afectiva de su experiencia de vida.
Son catorce capítulos. Se pueden distinguir dos partes:
Vida conyugal de Oseas y su iniciación profética (1-3): a través de su historia del matrimonio fracasado y de su amor renovado a la mujer infiel, Oseas anuncia con profunda emoción el amor personal y fiel de Dios por su pueblo, aunque éste haya sido infiel a la Alianza y se haya “prostituido”, olvidando el pacto “matrimonial” con Jehová.
Reproches, amenazas e invitaciones a la conversión (4-14.
Joel: No sabemos nada de la vida de este profeta. Parece influenciado por los profetas Malaquías y Abdías. Aprovecha cualquier cosa de la vida diaria (un cesto de higos, una sequía, una olla hirviendo, una rama de almendro...) para captar el mensaje de Dios. Es vivo y vigoroso en su estilo, más propio del período pre-exílico, y parecido al de Sofonías. Es uno de los profetas-puente entre la profecía y la apocalíptica.
El día de Jehová, en donde Israel reconocerá el castigo de Dios, se arrepentirá y florecerá de nuevo (2, 19-27). Es el día apocalíptico de Jehová Dios de los Ejèrcitos, (1, 15), día terrible y anticipación de una era de salvación para su pueblo (2, 18-26). Este día exige la conversión interior y profunda (2, 12-17) Derramamiento del Espíritu Santo de Dios, que supera toda barrera de sexo, edad y clase social (3, 1-5).
Amós: es el profeta de la justicia social. Era pastor nómada, apreciaba la naturaleza. Dios lo llama y lo envía al Norte para profetizar. No fue muy aceptado, pero Amós defiende su vocación y su misión profética, castigando con sus oráculos las injusticias y la explotación. El estilo de la palabra de Amós es concreto, pintoresco, directo y vigoroso. Habla a través de imágenes tomadas de la vida campesina. Usa frecuentes diálogos con el pueblo.
Son nueve capítulos. Se pueden distinguir estas partes:
Oráculos contra las naciones (1-2): reprocha el apartarse de la moral universal, de las reglas de la vida humana y del servicio a Jehová Dios de los Ejèrcitos.
Palabras contra Israel (3-6): condena el lujo, la vanidad de las mujeres, el falso culto, el alejamiento de Dios y su Alianza y habla del día de Jehová.
Visiones simbólicas (7-9): describe y condena las injusticias del pueblo y la explotación de los pobres.
Oráculos contra las naciones (1-2): reprocha el apartarse de la moral universal, de las reglas de la vida humana y del servicio a Jehová Dios de los Ejèrcitos.
Palabras contra Israel (3-6): condena el lujo, la vanidad de las mujeres, el falso culto, el alejamiento de Dios y su Alianza y habla del día de Jehová.
Visiones simbólicas (7-9): describe y condena las injusticias del pueblo y la explotación de los pobres.
Abdías: casi nada sabemos de este profeta. Cooperó con su palabra en la misión de la restauración. Es llamado, por lo mismo, profeta cultual, por su interés en establecer el culto a Jehová Dios de los Ejèrcitos, retornando a la fidelidad a la ley del Deuteronomio. Es duro en su estilo. Da rienda suelta a la indignación del profeta.
Tiene solamente 21 versículos. Dividido en dos partes: Castigo a los Edomitas (1-14). Restauración de Israel en el día de Jehová (15-21)
Jonás: un desconocido profeta del post-exilio escribe su vocación y el mensaje que debe anunciar: Jonás tendrá que ir a Nínive, la gran ciudad y predicar contra ella, su destrucción a los 40 días. Estamos ante una narración didáctica, un midrash, con intención de enseñar una verdad. Es una obra real vivida en la persona de Jonas, con finalidad pedagógico-didáctica. No es, pues, una colección de oráculos proféticos ni tampoco un relato de carácter histórico, sino una narración dramatizada de una vida probada por el Maligno, por Satanás. Estos son sus temas: Jonás se niega a ir a Nínive (1) Jonás en el vientre del pez (2) Conversión y perdón de Nínive (3) Jonás se enfada porque Dios perdona a Nínive (4)
Miqueas: es el profeta del Juicio de Dios y defensor de los oprimidos y explotados, imitando a Amós. En cada palabra suya se adivina la profunda crisis social de su pueblo. Hombre de campo. En un solo versículo (6, 8) resume toda la predicación de sus contemporáneos: justicia (Amós), amor (Oseas), humildad (Isaías). Hombre también de campo. Su predicación es sencilla, directa y vehemente. Usa el recurso del oráculo, iniciando así: “Escucha...Estén atentos”, dando más solemnidad y fuerza a su mensaje. En el estilo se emparenta con Amós y Oseas por su frescura y sencillez, apasionamiento y crudeza. Sin embargo, la utilización frecuente de los juegos de palabras hacen a veces difícil la comprensión del texto.
Son siete capítulos, divididos así:
Oráculos imprecatorios, de denuncia y amenazas (1-3): denuncia la explotación de los pobres, el culto exterior sin alma y vacío, la venalidad de los jefes y falsos profetas.
Oráculos de promesas y esperanza (4-5): en la venida mesiánica. Es suya la famosa profecía del nacimiento de Jesús en Belén de Efrata (5, 1-4).
Oráculos imprecatorios (6-7): dos partes entran en litigio: Dios y el pueblo. Dios echa en cara a su pueblo la poca correspondencia a tanta gracia divina.
Oráculos de promesa y esperanza (7): El pueblo reconoce su pecado y Dios le da esperanza de una próxima liberación.
Nahúm: Sabemos poco de este profeta. Nahúm, “aquel que Jehová, ha consolado”, predicó en Judá. El tema de su predicación es la caída de la ciudad de Nínive. Sin embargo, esta ciudad es tal vez el símbolo de todo pueblo o ciudad que se opone a los planes de Dios. se nota un estilo apasionado y nacionalista. Usa la invectiva fuerte y escribe con la rabia del oprimido, sin concesión a la compasión.
Son tres capítulos y toca un solo tema: la ruina de Nínive.
Habacuc: poco sabemos también de este profeta. Predicó cuando Nabucodonosor, rey de los caldeos, con capital en Babilonia, iniciaba su dominio sobre las naciones vecinas de Asia Menor y sobre el pueblo de Israel. Es un profeta inserto en la problemática de su tiempo: opresión, injusticias, atropellos. Su estilo es de queja, duro. Usa el recurso de la pregunta, del desafío, de la protesta, de la maldición.
Son tres capítulos y toca un solo tema: el problema de la justicia divina frente a las naciones.
Sofonías: “aquel que Jehová Dios de los Ejèrcitos, ha protegido”, predicó en Jerusalén, durante el reinado del inepto rey Josías. Nos da a conocer el estado de Jerusalén antes de la reforma religiosa: sus idolatrías, las costumbres extranjeras y paganas, el falso profetismo, las violencias e injusticias. Nos hace conocer también los sentimientos de los creyentes que aceptaron con entusiasmo y vivieron la reforma de Josías. Es un libro corto, escrito con un estilo directo y concreto, y sus profecías se pueden acercar por sus temas y su estilo a las de Amós. Mira los problemas prácticos sin grandes pretensiones teológicas, denunciando con fuerza los pecados contra Dios y contra el prójimo, que están haciendo la situación insostenible y van a provocar la irrupción del día del Señor.
Son tres capítulos, divididos así: El día de Jehová sobre Judá y Jerusalén. El día de Jehová sobre las naciones. Nuevas amenazas a Jerusalén (3, 1-8) Promesas del Resto de Israel (3, 11-20)
Ageo: es el predicador de la Gloria del nuevo templo restaurado. Aparece como un rígido fustigador del pueblo, que se preocupa más en su interés y en sus cosas terrenas, que en el culto y en el templo. Es duro y fustigador en su estilo. Emplea el recurso estilístico de la antítesis, de la pregunta provocadora. Sus imágenes están sacadas de la vida de campo. Su predicación gira en torno a dos temas:
La restauración del templo, La gloria futura del pueblo fiel (era escatológica)
Zacarías: participó activamente en la restauración del Pueblo de Dios y del templo. El libro de Zacarías es uno de los libros más difíciles de interpretar del Antiguo Testamento, pues escribe con imágenes y visiones surrealistas, que producen desconcierto. La abundancia de visiones y el recurso a la meditación de los ángeles hacen de Zacarías el precursor del género apocalíptico en las Santas Escrituras. Muchas de las profecías de Zacarías se cumplirán en Jesús de Nazaret.
Reconstrucción del templo (1, 16), por obra del Espíritu de Dios (1, 16-17; 4, 6-10) y la actividad de Zorobabel (3, 8; 4, 1). Nuevo mundo futuro, tema principal de sus visiones. Al castigo de los enemigos seguirá la restauración gloriosa. La salvación o condenación de los pueblos paganos (9, 1-8; 14, 16-21). El Mesías, Rey humilde, Buen Pastor, Siervo de Jehová de los Ejèrcitos. (9, 9-10; 11, 4-17; 12, 10-13; 13, 7-9). Guerras y victorias de Israel (9, 11; 10, 3-11; 12, 1-9; 14, 1-15). La idolatría y los falsos pastores y profetas (10, 211; 13, 2-6).
Malaquías: significa “mi mensajero”. Le tocó vivir una época de gran escepticismo, pues no se habían cumplido las esperanzas suscitadas por Ageo y Zacarías para la reconstrucción del templo. El desánimo se había apoderado del pueblo y renacían los antiguos pecados en el culto y en la vida. La reacción de Malaquías es vigorosa. Uso del diálogo: el profeta hace una afirmación, los oyentes objetan o niegan la afirmación del profeta y éste vuelve a justificar la afirmación inicial y saca sus consecuencias. Nuestro profeta anónimo queriendo responder a los porqués de la gente desanimada, hace ver el contraste entre la vida del presente y la antigua Ley del Deuteronomio, la Ley de Dios.
Aborda unos seis temas y problemas morales de su tiempo: El amor de Dios (cap. 1, 2-5) La justicia divina (cap. 2, 17ss) La retribución divina (cap. 2, 17; 3, 13-21) Las ofrendas (cap 1, 7-14) Los matrimonios mixtos y divorcios (cap. 2, 10-16) Los diezmos (cap. 3, 6-12.
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