EL SIGNIFICADO DE LAS BENDICIONES.

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Las palabras iniciales de una bendición-Berajá son siempre las mismas: Baruj Atá, Adonáy, Elohénu, Mélej Haolám (Bendito eres Tu, Señor, nuestro D-os, Rey del mundo). Toda oración que comience o concluya con esta fórmula fija es denominada bendición. En el lenguaje cotidiano la bendición es considerada generalmente como una oración pronunciada invocando bien para una persona, pero también es una declaración a la mayor gloria de D-os, por ejemplo, dando gracias a Dios o alabándolo, o puede ser una plegaria en la que se solicita algo a Dios. También se pronuncian bendiciones por el privilegio de disfrutar de lo que Dios a creado como por ejemplo las bendiciones sobre los alimentos, o por el privilegio de observar los preceptos de Dios, por ejemplo, la bendición que se recita antes de dar cumplimiento a una Mitzvá -precepto ritual- (Maimónides, Hiljot Berajot 1:4).
Importancia primordial de la Berajá: En Pirké Avot (Capítulo 3:20) se cita lo siguiente: "...La tienda está abierta, el propietario vende a crédito, cada uno es libre de servirse, pero con su propia mano inscribe su deuda en el libro". Esto explica que el mundo se nos presenta con la posibilidad de disfrutarlo. Pero lo que recibimos lo inscribimos en una cuenta celestial. Al despedirse de este mundo, la persona tendrá que cubrir una enorme deuda acumulada, a menos que haya "pagado" al Creador a medida que goza y se beneficia por medio de la Berajá. Efectivamente, el Talmud cita dos versículos aparentemente contradictorios: "Al Eterno pertenece la tierra y todo lo que contiene" (Salmos 24:1), "Los cielos son del Eterno, pero la tierra la otorgó al hombre" (Salmos 115:16). La explicación es que antes de la Berajá, la tierra pertenece al Eterno, y cuando pronunciamos la Berajá, el provecho del mundo es otorgado a la persona (en el límite permitido). El Talmud añade: gozar de este mundo sin Berajá equivale no solamente, por decirlo así, a cometer un robo de la propiedad de D-os, sino también a despojar la comunidad de Israel, ya que la priva de la bendición que en contrapartida cada Berajá atrae sobre ella.
La Berajá debe hacer mención obligatoriamente del nombre de D-os. Aquél que escucha una Berajá responde enseguida, después que el nombre de D-os fué pronunciado así como también al cabo de la misma, con la palabra Amén. También es aceptado que en vez de decir también la Berajá, se cumple ya con la obligación al escucharla y responder Amén, a condición que el que la pronuncie tenga también la intención de hacer al oyente cumplir con la obligación de esta forma.
Cien Berajot por día: existe la obligación de pronunciar por lo menos cien Berajot por día. Esta medida fue tomada por el rey David a fin de anular una sentencia Divina de cien muertes diarias. Por medio de las Berajot se realiza el precepto de venerar a D-os.
No pronunciar en vano el nombre de D-os: como las Berajot contienen el nombre de D-os, la persona tiene que concentrarse bien en el momento que la pronuncia. Tiene que saber de antemano qué Berajá va a decir, pronunciarla palabra por palabra, poner atención en el sentido de las palabras, y no hacer ninguna otra actividad mientras la recita. Está prohibido pronunciar en vano el nombre de D-os. Por consiguiente hay que cuidar de no decir inútilmente una Berajá ya que sería una "Berajá Levatalá" (una bendición en vano). No sólo en hebreo sino en otros idiomas está prohibido pronunciar el nombre de D-os si no hay motivo válido para ello.
El significado de Baruj (bendito o bendecido, también puede interpretarse como "alabado") es considerado meramente como descriptivo de D-os, tal como El es "El Rajum Ve Janún" - D-os compasivo y misericordioso, es también "El Baruj" - D-os bendito. Así como la misericordia y la compasión fluyen de El, también todas las bendiciones provienen de El. Por lo tanto Baruj Atá, Adonai, significa en principio: "Tu, Señor, eres la fuente, el manantial de todas las bendiciones".
Se debe tomar en cuenta la estructura de la bendición, la cual es la misma en todas las bendiciones similares que se hacen antes de cumplir con cualquier Mitzvá: Se comienza en "segunda persona" (Bendito Seas) y se termina utilizando la "tercera persona" (Quien ha...). Esto se debe a que se inicia la bendición con la segunda persona, dirigiéndose a D-os como Atá (Tú), cuando se hace referencia a El como nuestro Padre, fuente de compasión y misericordia que vela por el género humano. Este sentido de proximidad a D-os es esencial en la oración judía ya que refleja el versículo de Salmos 16:8: "Tengo siempre presente al Señor ante mi". Pero en el momento en que nos referidos a D-os como Mélej Haolám (Rey del Universo) nos volvemos mucho más formales y concluímos entonces la oración en la tercera persona porque aquí nos dirigimos a D-os como Señor Soberano. Este sentido de reverencia y de respeto aparece reflejado en el versículo de Ezequiel 3:12: "Bendita sea la gloria del Señor desde Su lugar", como si El estuviera oculto de nosotros. De esta manera D-os existe tanto presente como aparentemente ausente, revelado y oculto. Podemos ver algo del poder y la sabiduría de D-os tal como se manifiesta en el mundo que nos rodea, pero su naturaleza esencial nos es desconocida porque no estamos en capacidad de entenderla o percibirla.

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