LA OTRA CARA DE LA MONEDA
INTRODUCCION.
En nuestra siguiente Parashat estaremos meditando sobre el tema que lleva por título. La Otra Cara de la Moneda. Posiblemente que muchas personas, hermanos y hermanas no lo podrán entender, pero nos estamos refiriendo a la relación de algunos pastores, siervos, profetas y apóstoles sobre el tema de las relaciones sexuales, de la intimidad con nuestras esposas, mujeres y hembras en el lecho conyugal porque por motivos de estar pastoreando una iglesia pentecostal muy bendecida donde se derrama la Presencia del Santo Espíritu de Dios, por motivos de vivir una vida consagrada de oración, de ayuno constantes o semanales al Señor Jesucristo, abandonan a sus esposas en la intimidad de la noche y las dejan solas, encerradas en si mismas sin llegarse a ellas y hacerlas sentir que son son amadas y que son necesarias para la vida de cada varón sea pastor, ministro o solo creyente en su vida sexual, íntima, marital y conyugal.
Muchas esposas jovenes, bellas, inteligentes y trabajadoras han sido abandonadas en el lecho conyugal, mientras que los esposos se ponen a escudriñar las Escrituras para tener la meditación para el próximo servicio o culto y cómo el siervo es un hombre de oración y de ayuno abandona el placer sexual que le da la esposa.
Y con ello está ocasionando sin saberlo a que la esposa caiga en adulterio y desde luego despuès de todo esto tambièn èl, y el final de estas historias que son reales es que la esposa, los hijos o las hijas son tambièn abandonadas y solamente aquí existe un solo culpable o èl gran culpable y es èl siervo, el pastor o èl creyente, muchas veces nosotros le echamos la culpa al Diablo, pero èl pobre Diablo no es culpable sino nuestro yo, nuestra carne, si porque estamos dejando a nuestras esposas solas sin atención en el lecho abandonadas y esto no le es agradable a nuestro Buen Dios Jehová de los Ejèrcitos, porque estamo hiriendo, humillando, vejando sin palabras psicológicamente, emocionalmente, sentimental y físicamente las vidas, los corazones y las almas de nuestras mujeres y esposas.
PALABRAS DE ORACION.
DESARROLLO.
Prov: 5.18,19.Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente.
El siguiente no es un tema carnal aunque èste hablando sobre sexo y relaciones íntimas entre esposos, Jehová Dios de los Ejèrcitos, nos está hablando por medio de las Santas Escrituras, y nos dice a todos los varones creyentes en El Dios Unico y Verdadero: Que los pechos, que los senos, que las mamas de nuestra esposas, de nuestras mujeres, de nuestra hembras con las cuales dormimos noche a noche, te embriaguen cómo copas llenas de amor, de placer y fantasía disfruta de ellas por siempre. (Los pechos de la Dama, de la esposa y de la mujer tipifican la intimidad, la belleza, placer y amor del cuerpo seductor de la hembra desde sus cabellos, su cara, sus ojos y todo su cuerpo hasta los pies. Con su belleza, su amor y placer èstes complacido, feliz, alegre, gozoso y satisfecho cada día, cada noche, cada semana, mes y año hasta el final de tu vida.
I Co: 7.3,4 y 5. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo.
El Espíritu Santo de Dios, hablando por la persona del apóstol Pablo, donde con toda seguridad ya existía algún caso sobre el que trataba èl apóstol Pablo, y les dice a los corintios y a nosotros a la iglesia apostólica de nuestro tiempos que. El creyente en El Señor Jesucristo, la nueva criatura, èl varón transformado, cambiado y santificado por los Mèritos de nuestro Señor Jesucristo, no debe de dejar que pasen los días, las semanas y aún los meses sin que èl no tenga relaciones sexuales, intimas, conyugales con su esposa, con su mujer por ningún motivo, por ninguna razón y de la misma forma la esposa debe de cumplir con dejar, permitir que su esposo la posea intimamente, sexualmente, en la oscuridad del lecho conyugal o cuando el la requiera y la busque. De lo contrario èl o ella estarian pecando contra Dios por negarse a tener relaciones maritales.
4) La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa.
Muchas veces la esposa en el mayor de los casos no quiere, no desea tener intimidad, relaciones sexuales con èl esposo y aduce que le duele la cabeza, que está enferma o algún otra excusa o mentira para no entregarse en la intimidad con el conyuge, el algunos otros casos, contados con la mano son los esposos los cuales son pastores consagrados al Señor y al ministerio de ayuno y de oración que por buscar más del Señor olvidad, dejan de cumplir con tener relaciones intimas con sus esposas, con sus mujeres y hembras y este es un grave error porque están abriendo las puertas al adulterio de sus esposas que por debilidad de la carne caen en este pecado. Entendamos siervos amado de Jehová de los Ejèrcitos, que el hacer el amor, que el tener relaciones sexuales con nuestras mujeres no es pecado ni tampoco carnalidad sino todo lo contrario que cuando nosotros los varones tenemos relaciones con nuestras esposas, pues estamos cumpliendo con los Decretos de las Santas Escrituras y esto agrada a Dios.
Ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, pues somos de Cristo Jesús, Señor nuestro, somos propiedad del Santo Cordero de Dios y debemos de hacer su Santa Voluntad en todo y no debemos de abandonar, de dejar, de humillar sin palabras la sexualidad de nuestras mujeres.
5) No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y sólo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de
Satanás, por falta de dominio propio.
Las Santas Escrituras, nos exhortan, nos señalan y advierten que tanto el varón cómo la hembra no nos debemos de negar a satisfacernos intimamente, en nuestras relaciones sexuales, a disfrutar del cuerpo de nuestras esposas y que ellas disfruten de sus esposos en el lecho conyugal, a no ser por un poco de tiempo para dedicarnos a la oración, a la intercesión y al ayuno y despuès de esto volvernos a unir en una sola carne, porque de lo contrario podría el Diablo por motivos de nuestra naturaleza y dominio propio hacernos caer en pecado de adulterio.
Muchas esposas jovenes, bellas, inteligentes y trabajadoras han sido abandonadas en el lecho conyugal, mientras que los esposos se ponen a escudriñar las Escrituras para tener la meditación para el próximo servicio o culto y cómo el siervo es un hombre de oración y de ayuno abandona el placer sexual que le da la esposa.
Y con ello está ocasionando sin saberlo a que la esposa caiga en adulterio y desde luego despuès de todo esto tambièn èl, y el final de estas historias que son reales es que la esposa, los hijos o las hijas son tambièn abandonadas y solamente aquí existe un solo culpable o èl gran culpable y es èl siervo, el pastor o èl creyente, muchas veces nosotros le echamos la culpa al Diablo, pero èl pobre Diablo no es culpable sino nuestro yo, nuestra carne, si porque estamos dejando a nuestras esposas solas sin atención en el lecho abandonadas y esto no le es agradable a nuestro Buen Dios Jehová de los Ejèrcitos, porque estamo hiriendo, humillando, vejando sin palabras psicológicamente, emocionalmente, sentimental y físicamente las vidas, los corazones y las almas de nuestras mujeres y esposas.
PALABRAS DE ORACION.
DESARROLLO.
Prov: 5.18,19.Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente.
El siguiente no es un tema carnal aunque èste hablando sobre sexo y relaciones íntimas entre esposos, Jehová Dios de los Ejèrcitos, nos está hablando por medio de las Santas Escrituras, y nos dice a todos los varones creyentes en El Dios Unico y Verdadero: Que los pechos, que los senos, que las mamas de nuestra esposas, de nuestras mujeres, de nuestra hembras con las cuales dormimos noche a noche, te embriaguen cómo copas llenas de amor, de placer y fantasía disfruta de ellas por siempre. (Los pechos de la Dama, de la esposa y de la mujer tipifican la intimidad, la belleza, placer y amor del cuerpo seductor de la hembra desde sus cabellos, su cara, sus ojos y todo su cuerpo hasta los pies. Con su belleza, su amor y placer èstes complacido, feliz, alegre, gozoso y satisfecho cada día, cada noche, cada semana, mes y año hasta el final de tu vida.
I Co: 7.3,4 y 5. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo.
El Espíritu Santo de Dios, hablando por la persona del apóstol Pablo, donde con toda seguridad ya existía algún caso sobre el que trataba èl apóstol Pablo, y les dice a los corintios y a nosotros a la iglesia apostólica de nuestro tiempos que. El creyente en El Señor Jesucristo, la nueva criatura, èl varón transformado, cambiado y santificado por los Mèritos de nuestro Señor Jesucristo, no debe de dejar que pasen los días, las semanas y aún los meses sin que èl no tenga relaciones sexuales, intimas, conyugales con su esposa, con su mujer por ningún motivo, por ninguna razón y de la misma forma la esposa debe de cumplir con dejar, permitir que su esposo la posea intimamente, sexualmente, en la oscuridad del lecho conyugal o cuando el la requiera y la busque. De lo contrario èl o ella estarian pecando contra Dios por negarse a tener relaciones maritales.
4) La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa.
Muchas veces la esposa en el mayor de los casos no quiere, no desea tener intimidad, relaciones sexuales con èl esposo y aduce que le duele la cabeza, que está enferma o algún otra excusa o mentira para no entregarse en la intimidad con el conyuge, el algunos otros casos, contados con la mano son los esposos los cuales son pastores consagrados al Señor y al ministerio de ayuno y de oración que por buscar más del Señor olvidad, dejan de cumplir con tener relaciones intimas con sus esposas, con sus mujeres y hembras y este es un grave error porque están abriendo las puertas al adulterio de sus esposas que por debilidad de la carne caen en este pecado. Entendamos siervos amado de Jehová de los Ejèrcitos, que el hacer el amor, que el tener relaciones sexuales con nuestras mujeres no es pecado ni tampoco carnalidad sino todo lo contrario que cuando nosotros los varones tenemos relaciones con nuestras esposas, pues estamos cumpliendo con los Decretos de las Santas Escrituras y esto agrada a Dios.
Ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, pues somos de Cristo Jesús, Señor nuestro, somos propiedad del Santo Cordero de Dios y debemos de hacer su Santa Voluntad en todo y no debemos de abandonar, de dejar, de humillar sin palabras la sexualidad de nuestras mujeres.
5) No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y sólo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de
Satanás, por falta de dominio propio.
Las Santas Escrituras, nos exhortan, nos señalan y advierten que tanto el varón cómo la hembra no nos debemos de negar a satisfacernos intimamente, en nuestras relaciones sexuales, a disfrutar del cuerpo de nuestras esposas y que ellas disfruten de sus esposos en el lecho conyugal, a no ser por un poco de tiempo para dedicarnos a la oración, a la intercesión y al ayuno y despuès de esto volvernos a unir en una sola carne, porque de lo contrario podría el Diablo por motivos de nuestra naturaleza y dominio propio hacernos caer en pecado de adulterio.
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